La comunidad creó un vocabulario en código con el que nombran distintos roles y prácticas en torno a esta forma de mantener relaciones sexuales.
La comunidad swinger creó a lo largo de su historia un vocabulario en código con el que nombran distintos roles y prácticas en torno a esta forma de mantener relaciones sexuales, como “unicornio” y “vainilla“, mientras para identificarse entre ellas y ellos elaboraron símbolos que muchos deciden llevar tatuados en la piel.
“A las chicas solas las llamamos ‘unicornio’, a los chicos solos ‘single‘, las parejas son ‘swinger’. Hoy en día hay una apertura y entonces hay parejas que buscan single, otras unicornios, otras parejas”, contó a Télam Germán Magallán, creador de la productora “Secretum” de contenidos audiovisuales y eventos de la comunidad swinger.
A las personas que no practican el swingerismo los llaman “vainilla”; un “amigo horizontal” es aquella amistad del ambiente swinger y “amigo vertical” es aquel externo a la cultura; alguien que solo observa a otros tener relaciones sexuales es “voyeurista“; mientras a la iniciación de una persona dentro de este mundo la llaman “evangelizar”.
A lo largo del mundo hay distintos símbolos que identifican a la cultura “sw” (swinger). Entre ellas, la silueta de un columpio en rojo se hace presente en distintos países, mientras el dibujo de una piña al revés prevalece sobre todo en Europa.
La palabra “swinger” deriva de “swing” que refiere a la “oscilación” o al “columpio” ya que en su origen esta práctica implicaba el intercambio de parejas, es decir, oscilar entre una y otra pareja sexual.
Casas, bares, quintas, clubes y boliches son espacios de socialización y encuentro entre parejas que buscan mantener relaciones sexuales con otras personas dentro de la cultura swinger.
A través de grupos de WhatsApp o Facebook, canales de la red de mensajería Telegram, redes sociales de clubes, foros o el “boca en boca”, la comunidad argentina que practica el swingerismo se comunica para organizar encuentros en lugares privados o autogestionados.
Augusto Labella es un educador sexual y antropólogo social oriundo de la ciudad misionera de Posadas que organiza “movidas” swinger y de sexualidad en complejos de diversas localidades de la zona norte y sur de la provincia de Misiones en los que, además del placer, se busca propiciar espacios educativos en torno a la sexualidad.
Durante 2022 organizó cuatro eventos en los que participaron un promedio de 40 personas en cada uno, quienes mantuvieron conversaciones, incluso llamadas, con su organizador previas al encuentro para garantizar que comprendan las reglas que aportan a una “sexualidad libre, saludable, responsable y placentera”.
Los eventos los realiza en complejos que presentan espacios al aire libre con pileta, barra, restaurante y habitaciones para mantener relaciones sexuales, duran “todo el día” y a lo largo de la jornada se realizan “actividades lúdicas” para conocerse y talleres de autoerotismo, relajación, comunicación en pareja y masajes, entre otros, además de un momento de boliche.
Por otra parte, en la Argentina existen al menos ocho bares o clubes swinger a lo largo del país, donde se encuentran parejas, solas y solos de la comunidad y también externos a ella.
“En promedio, cada fin de semana se mueven unas 5.000 parejas entre clubes y quintas en la ciudad de Buenos Aires y el conurbano bonaerense”, contó a Télam Mario, que tiene 68 años, es swinger hace 23, y actualmente trabaja como encargado de un club swinger porteño.
Sobre las personas que asisten, comentó: “domingos, jueves y viernes son más swinger con un promedio de edad de 35, 40 años. Los sábados tienden a ir personas ‘curiosas’. Va gente casada, con hijos, abuelos, de todo un poco, es muy variado. Tenemos gente desde los 20 hasta los 70 años todos los días”.
En la ciudad de Buenos Aires se encuentran Sweet Club Temptation Restó en el barrio de Montserrat sobre la calle Chacabuco al 162; en Caballito, Bash Secrets Bar sobre la avenida Juan B. Justo 1634; y Star New Club, ubicado en General José Gervasio Artigas 1.372, en Villa General Mitre.
Dentro de la provincia de Buenos Aires se ubican El Secreto Swinger, en la avenida Crovara al 1.705, en la localidad de Lomas del Mirador; y DaryYan en el centro de Mar del Plata.
En tanto, en Córdoba está Frizante; en Mendoza, La cueva del gato; y en la ciudad santafecina de Rosario, Fantasy Swinger club, en la zona terminal de ómnibus.
El ambiente swinger en el país, que moviliza a unas 5.000 parejas cada fin de semana en la ciudad de Buenos Aires y el conurbano bonaerense, busca mostrarse cada vez “más visible” y derribar “mitos” sobre el movimiento que causó “asombro” por lo “abiertos” y “cero vueltas” de los argentinos a los turistas que arribaron recientemente al puerto de Buenos Aires en un crucero swinger.
“Cuatro parejas mexicanas del crucero se pusieron en contacto por medio de mi Instagram preguntándome dónde podían salir a la noche y los invité a Star New. Entre los puertos que tocaron les asombró y gustó la movida argentina. Somos más abiertos. Nos dicen ‘vamos’ y vamos, cero vueltas”, dijo a Télam Germán Magallán, que lleva 25 años dentro de la cultura swinger.
El arribo a la Argentina el 6 de enero pasado de 1.128 turistas que podían practicar libremente el swingerismo a bordo del buque Azamara Pursuit sorprendió más a ajenos a la comunidad que a sus habitués, quienes aseguraron que no se trató del “primer” crucero swinger, mientras resaltaron la “larga data” de la historia del movimiento.